NAVEGANTES DE LA PLUMA

Nº 8 - MARZO 2001
MEMORIA Y OLVIDO

CCXCVIII

Por las noches
me entrego dichoso
al bendito sueño
que me salva de mi vida.
Me abandono
en su seno cálido
y dejo al olvido
que se ocupe de todo.
Después sueño
mi vida distinta
hasta que amanece
esta realidad triste.

Nauta


LA CIUDAD DE LAS HORAS MUERTAS

Oscuras horas que llegan a esta ciudad maldita,
cuando hunden sus fracasos en barato alcohol,
cuando la vida no es más que un libro amarillento,
cuando ya no nos visitan los perros del amanecer.
Horas muertas que encierran crímenes pasionales,
horas muertas que desatan los celos,
horas muertas en que los borrachos alcanzan la luna,
en que los poetas acarician los pechos de la inspiración,
horas muertas que vivimos tú y yo.
Ya no se oyen más sirenas que las de la desesperación,
cuando ángeles de la guarda se mudaron de ciudad,
cuando todo cambió para poder seguir igual de triste.
Las calles vuelven a llenarse de gente sin dignidad,
cansados de perder en un juego absurdo y cruel.
Son horas en las que ya todo da igual,
horas muertas que vivimos tú y yo;
horas en que las prostitutas ponen en venta sus cuerpos,
horas en las que se mezclan sexo y drogas,
horas que encierran oscuros deseos de amor y odio,
en que los escultores esculpen cuerpos desnudos,
dibujando caricias, besos y gritos de pasión desbordada;
horas muertas que vivimos tú y yo.
Es una ciudad donde no hay nada que decir,
una ciudad donde todos perdemos una y otra vez.
Todo el mundo ha perdido la cordura al cerrar los ojos,
es una ciudad donde sólo puedo contar horas muertas,
horas muertas que vivimos tú y yo.

Sonia Tolosana y Emilio Gómez


NUESTRO CIELO

Cuando un soplo de aire frío
anuncia que cambia el tiempo
camino despacio al parque
que aunque triste sigue bello.

Me abandono a sus rumores
por sus rincones me pierdo
y me siento en nuestro banco:
allí descanso y te espero.

Y la escarcha de las hojas
con la luz en su reflejo
te acercan risueña a mí
para estar juntos de nuevo.

Al final de nuestras tardes
al salir de aquel colegio
para verte sonreír
recortada contra el cielo.

Ir cogidos de la mano
al jardín de los deseos
y en su fuente contemplar
los colores del invierno.

Éramos tan inocentes
tan frágiles y pequeños
que no creímos perder
la magia de aquel encuentro.

Pero esos días pasaron;
nos separamos, y el tiempo
nunca más nos devolvió
el tesoro que fue nuestro.

Aunque ahora ante tus ojos
aparezca blanco y viejo
sabes que nunca crecí:
sigo siendo aquel pequeño.

Y aunque ya no me recuerdes
en la fuente y su reflejo
sigo vivo en tu jardín
cuando allí llega el invierno.

Pero sé que ya no estás:
queda tan sólo el silencio
en un solar asolado
arrendado a mi recuerdo.

Sólo queda un banco en pie;
allí descanso y te espero.
Allí busco tu sonrisa
escondida en nuestro cielo.

Christian Glaría


VOLVER A TI

Lágrimas de sangre
brotan de mi alma.
Moros ojos clavados
en el fondo de mi retina.
Mi alma camina entre
el arrayán y el azahar.
Mi mirada se pierde
entre arcos y minaretes,
entre tus patios y tu misterio.
En tu noche bruja
mi alma quisiera perderse.
¡Ay, mi Granada!
Si yo volviese a verte
volvería a escribirte
lo que mi alma siente.
Granada, si volviera a verte
bebería de las fuentes
que bebiera Federico.
Granada, si yo pudiera verte.

Sonia Tolosana


LA SOLEDAD

Ya nuestros brazos,
no alcanzan a más.
Quizá, por eso mismo
una enredadera nocturna
atrapa los besos, que ayer
al pie de esas musgosas hiedras
nos sirvieron como excusa
para en silencio: querernos.

¡Ah! Es un dolor ocioso
que se apodera de tu alma
nuestro verso medita
más allá de tu vientre
y es entonces refugio
la ferviente mañana
que nos sirve
como insolente excusa,
para en distancia:
querernos.

Nacho Giménez


CCLII

Viento frío que se cuela
por rendijas de ventana
susurrando la memoria
de fantasmas olvidados.
Viento, juglar de misterios
que se pierden en ayeres
como las leyendas viejas
y los cuentos del hogar.
Viento, señor de recuerdos
que los trae a escondidas
para aquellos que sabemos
soñar con ojos abiertos.

Nauta


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