Sueños de Eternidad

CXCII (192)

Un hombro,
sólo un hombro donde llorar,
sólo un hombro que abrazar.
Sobran palabras
pues nadie las ha creado,
pues nadie las pronunciaría;
sobran palabras
para quien escucha el alma,
para quien mira más allá.
Frente al mundo
una mirada y dos visiones,
un faro de luz inextinguible.
Nada más,
un encuentro y dos futuros,
un sueño de dos sueños.

Nauta

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